El terminal de telefonía móvil
funciona básicamente como un aparato emisor y receptor de radio que
trabaja con dos frecuencias distintas, una para emitir y otra para
recibir información.
Dicha
información no es solamente la voz humana, sino mensajes de texto o
cualquier tipo de comunicación que se pueda transformar en una onda
electromagnética. Una red de estaciones de ondas de radio recoge o
reenvía la información dentro de una determinada área, es decir, le
proporciona cobertura.
En
áreas contiguas, funcionan otras estaciones que trabajan con distintas
frecuencias. A su vez, estas estaciones reciben o envían información a
una central.
Las
estaciones y las centrales pueden ser terrestres o estar situadas en
satélites artificiales, en función de lo cual hablaremos de telefonía
móvil terrestre o telefonía móvil por satélite.
Historia
Los teléfonos móviles
han sufrido múltiples transformaciones hasta llegar a ser como los que
utilizamos hoy en día. El primer teléfono móvil que se comercializó,
allá por 1983, era conocido con el sobrenombre de «el ladrillo», aunque
diez años antes ya se realizó la primera llamada con un teléfono móvil.
Este
teléfono histórico tenía unas dimensiones de 32,5 x 4,4 x 8,75
centímetros, pesaba ochocientos gramos y su forma era cuadrada, de ahí
el apodo de «el ladrillo».
La
batería tenía una autonomía de apenas ocho horas en espera y una hora
en conversación. En aquella época su precio era aproximadamente de
cuatro mil euros.
Estos
primeros móviles, considerados ya como auténticas piezas de museo,
carecían de memoria, no tenían capacidad para identificar las llamadas
entrantes y se usaban para hablar de la misma forma en que se hace con
los terminales fijos.
Los
teléfonos móviles en pocos años han sufrido una vertiginosa evolución,
tanto en lo que se refiere a su tecnología y prestaciones como al número
de personas que los poseen. En el año 1998 se produjo un auge en el uso
del teléfono móvil, el número de clientes de telefonía móvil en España
era de 6,5 millones de abonados, frente a los 32 millones actuales, y
sólo dos operadoras daban este servicio. El cliente medio consumía una
media de 1.180 minutos al año y la mayoría se acogieron a las fórmulas
prepago, es decir, sin contrato ni pago de cuotas periódicas.
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